La Navidad
no es solamente una fiesta en la que se celebra el nacimiento del Niño Jesús,
sino también en la que se enfatiza la importancia de pasarla en familia, de
compartir regalos y cenas o golosinas propias de esta época. Es muy fácil
dejarnos llevar por el consumismo comprando muchas cosas que no necesitamos y
de pronto regalando otras tantas que indirectamente no van a ser bienvenidas.
De ahí la importancia de regalar algo que compraríamos para nosotros mismos,
que sea útil y de buen gusto, obviamente teniendo en cuenta los gustos de quien
lo recibe.
Todo ser humano necesita ese calor de hogar
donde se sienta bienvenido y amado, además de libre. Es en esta época cuando nos encontramos con
familiares y allegados, cuya presencia puede irritarnos o incomodarnos, pero
precisamente la debemos aceptar como una oportunidad para perdonar y ser personados.
Hagamos lo que hagamos, el objetivo es
buscar nuestra paz interior y mantenerla.
Muchos no
tienen familia o sencillamente prefieren pasar esta época solos, pero la
soledad es tan sólo un estado mental. Yo
mismo he pasado algunas Navidades lejos de mi familia ya sea en Nueva York, la
Isla Margarita o Cartagena, pero son
siempre gratos los momentos compartidos con amigos o recién conocidos que
también desean compartir. Me acuerdo que una Navidad la pasé totalmente sólo en
la comodidad de mi hogar viendo especiales de televisión sobre historias
navideñas, o películas como “Que bello es vivir”, un clásico que no me canso de
repetir.
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